En medio de este período surgió un hombre excepcional, que inspiraría a muchos griegos y daría nuevo impulso al pensamiento filosófico: Sócrates.
Sócrates nació en Atenas, alrededor del 470 a.C. Era hijo de un escultor llamado Sofronisco y de una partera llamada Fenareta. Sabemos que pudo haber ejercido el oficio de su padre, así como que se destacó por su valor cuando luchó como hoplita en el ejército ateniense. Contrajo matrimonio con otra ateniense de nombre Xantipa, con la que tuvo varios hijos.
Las fuentes sobre Sócrates
No nos ha llegado ningún escrito cuyo autor haya sido el mismo Sócrates, pero tenemos muchos datos acerca de él, que nos han llegado principalmente a través de tres autores: Aristófanes, comediante, que le ridiculizó en sus obras; Jenofonte, un militar que fue amigo y gran admirador suyo; y finalmente, de Platón, su discípulo.
Inicio de su labor de despertar las conciencias
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Un hombre consulta a una pitonisa |
La labor filosófica de Sócrates en Atenas comenzó luego de que su amigo Querefonte preguntara al oráculo de Delfos si había hombre más sabio que Sócrates, a lo que el oráculo respondió: “no”. Sócrates quiso entonces averiguar el significado exacto del oráculo. Luego de interrogar a muchos llegó a la idea de que era más sabio porque, no sabiendo nada, era consciente de que no sabía, mientras que muchos otros que pasaban por sabios, eran ignorantes y no lo sabían.
Se da cuenta entonces de que es necesario para él buscar el conocimiento verdadero, y ayudar a los otros a reconocer su ignorancia y buscar también ellos mismos la verdad.
Los orígenes de su método filosófico
Pensando y discutiendo Sócrates se dio cuenta de que cuando hablamos, utilizamos conceptos. Por ejemplo, cuando decimos hombre (en el sentido de ser humano) este término aplica tanto para Emma Watson como para Mayweather, porque a pesar de ser tan distintos, siguen teniendo en común el ser seres humanos, y sería prácticamente imposible encontrar a alguien en pleno uso de sus facultades intelectuales que afirmara que uno de ellos o ambos, no fuesen humanos. Sócrates pensó que así como sucede con el concepto de hombre, ha de suceder con otros conceptos, como por ejemplo, aquellos referidos a la ética, es decir, al comportamiento humano consciente. Así, a pesar de haber muchas formas diferentes de cosas justas o no justas, sería posible, a través de un esfuerzo de razonamiento, llegar a una definición universal acerca de qué es la justicia.
Ironía, refutación y mayéutica
Para llegar a alcanzar esto, Sócrates utilizó un método denominado mayéutica. La mayéutica inicia cuando alguien comienza a dialogar con él. Sócrates le pregunta por una definición acerca de algo; cuando el interlocutor llega a una definición (sea directamente, sea a través de otras preguntas), Sócrates señala las debilidades que tiene la definición. Así, a través de preguntas y respuestas se va llegando a una definición común y más exacta, que sirva de sustento para llegar a otras definiciones y acuerdos en el pensamiento.
A la primera etapa, en que el esfuerzo está orientado a hacer descubrir al interlocutor que no sabe lo que cree saber, se le llama ironía, porque Sócrates fingía allí no saber nada acerca del tema del que estaba preguntando. Cuando el interlocutor logra adquirir una definición, al proceso de clarificación que se da a través del diálogo se le denomina refutación. La última etapa -cuando entre ambos llegan a una idea que les parece que no es posible refutar- es la mayéutica propiamente dicha. ¿Por qué? porque mayéutica significa arte de dar a luz: para Sócrates el conocimiento está en cada persona; el no enseña, no transmite a nadie un saber. Lo que hace es ayudarle a dar a luz, a expresar claramente aquello que antes conocía solo de manera confusa. En esto Sócrates se comparaba con su madre, solo que él no ayudaba a los cuerpos a parir a los hombres sino a las almas a parir los conceptos.
La gran ventaja y la gran desventaja de la mayéutica
Este sistema era efectivo cuando el interlocutor de Sócrates estaba dispuesto a seguirle sinceramente la discusión, pero tenía un problema: a menudo entrar en diálogo con Sócrates podía dejar a alguien en ridículo. ¿Por qué? porque dejaba en evidencia su ignorancia, y a nadie le gusta quedar como un ignorante frente a los demás (hay que tener en cuenta que las conversaciones filosóficas en Atenas en aquella época se daban en el ágora, en la plaza pública, donde cualquiera podía presenciarlas). Este aspecto fue uno de los que le generó varios enemigos.
A pesar de saber los peligros que enfrentaba, Sócrates nunca abandonó su manera de filosofar. Consideraba que era un deber moral suyo para con sus conciudadanos, para con su polis como un todo y para con la divinidad (decía que su daimon, es decir, un espíritu que le inspiraba, le orientaba en su tarea). Para entender por qué, es necesario que entendamos antes la ética de Sócrates, es decir, su pensamiento sobre el obrar humano.
El intelectualismo moral de Sócrates
Para Sócrates, quien hace algo malo lo hace porque ignora que lo que hace es malo. A esta postura se le llama intelectualismo moral.
Así presentado diríamos que semejante postura no resiste el más mínimo análisis: por poca experiencia de la vida que tengamos, hemos seguramente experimentado alguna vez que hacemos el mal que no queremos y que no hacemos el bien que queremos. Es decir, sabemos que algo está mal y lo hacemos igual (por ejemplo, sabemos que hay que estudiar para el escrito de Filosofía, pero en vez de ello, nos ponemos a jugar al Candy Crush Saga).
Así presentado diríamos que semejante postura no resiste el más mínimo análisis: por poca experiencia de la vida que tengamos, hemos seguramente experimentado alguna vez que hacemos el mal que no queremos y que no hacemos el bien que queremos. Es decir, sabemos que algo está mal y lo hacemos igual (por ejemplo, sabemos que hay que estudiar para el escrito de Filosofía, pero en vez de ello, nos ponemos a jugar al Candy Crush Saga).
De esto se sigue que el intelectualismo moral de Sócrates ha de ser un poco más complejo de lo que parece a simple vista. La clave está en el sentido en que él entiende el término conocer. Para Sócrates conocer no es simplemente tener una idea abstracta de algo, sin mucho fundamento (algo así como, siguiendo con el ejemplo: “se supone que tendría que estudiar. Siento que debe ser importante… Pero no tengo muy claro por qué”) sino un conocimiento claro de por qué debo obrar de una determinada manera y una convicción grande que incluye naturalmente la voluntad de hacerlo (tal sería por ejemplo que dijésemos “Tengo que estudiar para el escrito de Filosofía, porque si no estudio, quizá no apruebe la materia, u obtenga una nota baja que me dificulte conseguir una beca para estudiar lo que quiero al terminar el liceo. Además es importante que estudie para aprender, para crecer como persona. Si estudio ahora cumpliré con mi deber como estudiante y luego quizá tenga tiempo libre como para jugar al Candy Crush con la conciencia tranquila. Luego, debo estudiar para el escrito de Filosofía porque es bueno que lo haga”).
Para Sócrates entonces, el hombre que tiene conceptos claros acerca de lo que es la justicia, la bondad, la prudencia, la templanza, etc., difícilmente obre mal, porque tiene interiorizados todos estos conceptos y por tanto obrará conforme a ellos.
¿Qué tiene esto que ver con que Sócrates vea como un deber para sí filosofar con sus conciudadanos a través de la mayéutica? Tiene que ver en este sentido: alguien que conoce verdaderamente los conceptos importantes para la ética, los aplicará bien en las situaciones concretas; y quien obra bien, se hace a sí mismo mejor; y si los ciudadanos son mejores, toda la polis se beneficia con ello. Pero si la mayoría de los ciudadanos solamente tiene nociones confusas sobre las cosas, y lo que es peor, cree que sabe siendo más bien que ignora, difícilmente obre bien, se haga mejor ciudadano y mejore su ciudad. Por eso para Sócrates es necesario seguir con su tarea aunque incomode a los demás: con ello no hace sino tratar de ayudar a los otros a ser mejores y a mejorar la ciudad.
Juicio y condena de Sócrates
No todos los que le seguían, sin embargo, lo entendieron así. Muchos jóvenes lo admiraban simplemente porque a menudo dejaba en ridículo a aquellas personas que eran consideradas autoridades, y esto reforzó el rechazo que su método generaba. Así, acabó siendo acusado de corromper a los jóvenes y de introducir nuevas divinidades en la ciudad. El juicio de Sócrates fue recogido por Platón en su diálogo Apología de Sócrates. Finalmente Sócrates fue encontrado culpable de los cargos y condenado al destierro o a beber la cicuta. Prefirió beber el veneno, porque el destierro significaba para él huir de su misión. Beberlo además era para él un gesto de obediencia a las leyes de la ciudad, de las que quería ser un fiel cumplidor. Murió pues rondando el año 400a.C.
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Muerte de Sócrates |
Guía de lectura
1) Busque en el diccionario y transcriba la acepción que le parezca más adecuada de los siguientes términos: ética, ironía, refutación, ágora, templanza, apología.
2) Conteste las siguientes preguntas:
- Para los sofistas el objeto del filosofar era lo útil. ¿Cuál era el objeto del filosofar para Sócrates?
- Explique en qué consiste la mayéutica.
- ¿Cuáles eran los principales peligros que presentaba la mayéutica?
- Explique por qué para Sócrates filosofar era un deber moral.
Bibliografía
CABALLERO, M. et. al. (1992) Noesis. Historia de la Filosofía.
COPLESTON, F.C. (2011) Historia de la Filosofía. Vol 1: De la Grecia antigua al mundo cristiano. Tomo 1: Grecia y Roma. GARCÍA DE LA MORA, J.M. (trad.) Barcelona: Planeta.
MONDOLFO, R. (1959). El Pensamiento Antiguo. 4ª Ed. Buenos Aires: Losada.
MONDOLFO, R. (1963). Sócrates. 4ªEd. Buenos Aires: Eudeba.
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